lunes, 19 de julio de 2010

"Paradinha" en Ax3-Domaines


Sin previo aviso Alberto Contador redujo el ritmo y se apartó. Andy Schleck, “soldado” a la rueda del corredor de Pinto, repitió la misma operación con total normalidad. El resto del grupo, incrédulo, continuó hacia la cima sin los dos grandes candidatos al trono de París. Madrileño y luxemburgués se miraron sin mediar palabra. El primero pretendía liberarse así de su sombra; el segundo trataba de impedir que aquello trastocara sus planes de seguimiento.


La etapa se la adjudicó el francés Christophe Riblon, aprovechando la ventaja con la que coronó el terrible Pailheres en solitario, debido en buena parte, a que el pelotón no forzó la marcha hasta la ascensión final. Sólo un voluntarioso Carlos Sastre quiso animar la carrera en un intento de repetir su victoria en Ax3-Domaines en 2003. Fue allí, donde una vez más, Astaná tomó las riendas. Primero el sorprendente Dani Navarro, luego Paolo Tiralongo y por último Alexandre Vinokourov, fueron los encargados de castigar las piernas de sus acompañantes.


Cuando Contador lo estimó oportuno, probó al maillot amarillo, con dos aceleraciones, la segunda más furiosa y continuada que la primera. Schleck ya tenía el lazo echado a la Specialized del madrileño y no pasó dificultades para llegar a su altura. El resto de los elegidos lo hacía con cuentagotas, algunos favorecidos por la menor dureza del puerto. Después de sus intentos infructuosos por despegarse de Andy, Alberto se cansó de la vigilancia y procedió a efectuar la mencionada “paradinha”. Menchov y Samuel Sánchez no lo dudaron y aprovecharon la situación, sacando unos pocos segundos en la meta.


La maniobra del bicampeón del Tour de Francia, recuerda a una similar realizada por Pedro Delgado en la Vuelta a España de 1992. En aquella ocasión, Perico era sometido a una continua persecución a manos del líder, Jesús Montoya. El murciano tenía la orden expresa de su director Javier Mínguez, de no separarse ni un milímetro del segoviano. La paciencia de Delgado se agotó en una subida cuando, harto del estrecho marcaje, se paró y llegó a poner los pies en el suelo, desafiante. “¿Y ahora qué?” Montoya se detuvo tras él sumido en la más profunda confusión y no arrancó hasta que no obtuvo el permiso de su jefe. Una imagen esperpéntica.


En aquella Vuelta, Rominger aprovechó la disputa entre Perico y Montoya y se hizo con la victoria. Contador y Schleck están adentrándose en una dinámica parecida. Los dos se sienten los grandes dominadores de la carrera y con actitudes como la de ayer, pueden estar subestimando a otros rivales. Si siguen jugando al gato y al ratón, pueden llevarse una sorpresa desagradable. Tony Rominger ya no está aquí, pero sí Denis Menchov, un “gigante” dormido que podría envalentonarse. Hoy, segundo asalto en los Pirineos.

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