Si el mismísimo Steven Spielberg, decidiera realizar una superproducción sobre el Tour de Francia, no habría la menor duda de que lo haría sobre la edición del año 1989. Aquel año se registró la menor diferencia entre el ganador y el segundo clasificado en la historia de la carrera. La película tendría tres actores principales: un francés, Laurent Fignon; un norteamericano, Greg Lemond; y un español, Pedro Delgado.
Estos tres ciclistas ya sabían lo que era vencer en la ronda francesa. Fignon asombró al mundo con su irrupción en 1983, donde se hizo con la victoria. Más sorprendente fue su triunfo al año siguiente, donde derrotó a su compatriota, el gran Bernard Hinault. Los problemas físicos impidieron al parisino rendir al máximo en los años posteriores.
LeMond ganador en 1986, volvía a la élite tras un desafortunado accidente de caza. En el invierno de 1987, su cuñado le disparaba al confundirle con un ciervo. En un primer momento se temió por su prometedora carrera, pero tras una larga recuperación volvía a la competición. Sin embargo, todos coincidieron en que LeMond no era el mismo, se había vuelto más conservador.
Tras varios años intentándolo, Delgado se alzó con el Tour de Francia de 1988. El del Reynolds se ganó a toda la afición española, por su forma de correr tan espectacular y valiente. Acababa de lograr su segunda Vuelta a España y se presentaba en la salida como el rival a batir.
La carrera comenzó con la etapa prólogo. Una contrarreloj de 8 kilómetros en Luxemburgo. Allí presenciamos una de las mayores anécdotas de la historia de la prueba. Pedro Delgado, llegaba 2 minutos y 40 segundos tarde a la salida por un despiste y comenzaba la competición en último lugar. El golpe fue durísimo para el segoviano, que al día siguiente se hundiría todavía más en la contrarreloj por equipos. Delgado se encontraba a más de 7 minutos en la general y con la moral por los suelos.
Siguiendo un guión cinematográfico, durante las tres semanas de aquel julio del 89 se vieron dos tramas bien diferenciadas: Por un lado estaba la lucha por el primer puesto entre LeMond y Fignon. Los dos ciclistas se “turnaban” el maillot amarillo en los Alpes y Los Pirineos. Por otro lado, presenciamos la lucha desesperada de “Perico” Delgado, ya recuperado, por subir posiciones en la general. Por el camino contemplamos a un jovencísimo Miguel Induráin venciendo por primera vez en una etapa de la ronda gala.
Fignon se mostraba mucho más combativo que LeMond. El francés siempre se caracterizó por ser un ciclista imprevisible, atacaba en cualquier terreno. El americano por su parte era más frío y calculador, arriesgaba lo mínimo y lo fiaba todo a sus grandes prestaciones en la lucha individual contra el cronómetro. En la subida a Alpe D´Huez, Laurent Fignon se hacía con el liderato y al día siguiente se reafirmaba con un ataque totalmente inesperado.
La etapa final una contrarreloj de 25 kilómetros por las calles de París, fue el escenario de la lucha dramática entre Fignon y LeMond. El francés partía con el maillot de líder con 50 segundos sobre el americano, todo parecía indicar que el soberbio Laurent sería coronado por tercera vez en los Campos Elíseos. A falta de 5 kilómetros para la conclusión, la ventaja de Fignon se había reducido considerablemente. LeMond soñaba con la victoria.
Cuando el francés cruzó la línea de meta se derrumbó, había perdido el Tour por 8 segundos. El americano por el contrario, estaba en una nube, era el nuevo ganador del Tour de Francia. El tercer lugar lo ocuparía Pedro Delgado, protagonista de una memorable remontada desde la última hasta la tercera posición. Señor Spielberg, aquí tiene su historia.
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