martes, 14 de septiembre de 2010

Un kilómetro para cambiar la Vuelta


La Vuelta da muchas vueltas” decía Joaquím Rodríguez antes de la etapa de los Lagos. Y vaya que si las da. En la ascensión a Cotobello, parecía que estábamos asistiendo a la confirmación de Vincenzo Nibali, como gran dominador de la Vuelta a España y algunos comenzaban a mirar más allá de la ronda española, como si ésta ya estuviera en su bolsillo. Hasta que llegó el último kilómetro.


La etapa no tuvo descanso y desde el principio se rodó a un ritmo altísimo, impulsado por la fuga del día en la que iban tres Euskaltel (Txurruka, Oroz y Nieve), y un infiltrado, Luis León Sánchez. En la mente de los vascos estaba brindar el triunfo de etapa a su líder Antón, caído dos días atrás camino de Peña Cabarga. La presencia del murciano del Caisse d´Epargne (a siete minutos en la general), puso a trabajar a todo el Liquigas para que el liderato no corriera peligro.


Subiendo Cotobello, la cima “Chechu Rubiera”, Amets Txurruka hizo de lanzadera para que Mikel Nieve volara hacia la cima, “Luisle” intentó mantenerse a unos metros y conservar sus opciones de etapa intactas, pero el hombre del maillot naranja tenía la obligación de honrar a su compañero y amigo y contra los sentimientos no se puede luchar.


Del pelotón de favoritos, conducido por Roman Kreuziger, saltaron Frank Schleck y Carlos Sastre, ambos con ganas de hacer daño y subir posiciones en la general. El líder, Vincenzo Nibali, parecía cómodo con la marchetta impuesta por su compañero de equipo. Purito y Mosquera afilaban el cuchillo. Así se llegó al último kilómetro, el más duro, con el grupo todavía comandado por el checo, señal de que el italiano no iba tan sobrado como parecía. De esta forma lo entendieron Joaquím y Ezequiel, dos agitadores.


El acelerón de Mosquera sirvió para eliminar a Kreuziger y dejar totalmente descubierto al “Tiburón”. La puntilla corrió a cargo de Purito, que atacó buscando esos cuatro segundos que le otorgaban el liderato y se encontró con un premio mayor, para sorpresa de todos. El maillot rojo se quedó clavado y el resto del grupo le rebasó. A Joaquím le informaron por el pinganillo. Nibali se queda. Había que morirse en aquellos mil metros. Era el momento de hacer sangre.


Mikel Nieve inscribía su nombre como primer ganador en la cumbre asturiana. Como Lejarreta en Los Lagos o “Chava” Jiménez en el Angliru. Joaquím conseguía 37 segundos sobre Nibali y recuperaba el liderato perdido en Pal. Una ventaja inesperada tal y como estaba transcurriendo la carrera. Ahora son 34 segundos a favor de Purito. Poca renta para la contrarreloj donde el italiano se desenvuelve mejor. Pero a estas alturas priman más las fuerzas que la aptitud. Lo único que está claro es que la Bola del Mundo será el juez de la Vuelta. El final soñado.

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