jueves, 16 de septiembre de 2010

La crono sepulta a Purito


Cuando Vincenzo Nibali cruzó la línea de llegada, a Joaquím Rodríguez todavía le quedaban cuatro kilómetros. Un mundo. Rectas interminables rodeadas de largas filas de viñedos. Al fondo, sobre una meseta, el castillo de Peñafiel. Este era el paisaje que contemplaba Purito cada vez que levantaba la mirada. Una y otra vez. Subía de nuevo la cabeza y todo seguía exactamente igual. Como si no avanzara. Una tortura que nunca llegaba a su fin.


Para el catalán, que en la víspera había dicho que podía ceder dos minutos en el peor de los casos, la contrarreloj se le hizo eterna. Un calvario recorrer los 46 kilómetros, los cuales debieron parecerle muchos más. Al final, las previsiones se doblaron (4:17 con Nibali) y Purito no solo perdió el liderato como esperaba, también el podio. Descendió del primer al quinto lugar. Todo el trabajo realizado durante estas tres semanas se iba por el desagüe en menos de una hora.


Vincenzo Nibali, más especialista en la lucha individual contra el cronómetro, tampoco vivió su día más tranquilo. En los primeros kilómetros le sobrevino un pinchazo en su rueda delantera. Los nervios se apoderaron del transalpino y del coche del Liquigas. De inmediato, comenzó un desfile de ruedas y bicicletas entre mecánico, director y corredor sin que ninguno diera con la solución. Tal era el caos, que el propio Nibali reanudó la marcha por sí solo, sin recibir el habitual impulso para coger velocidad cuanto antes. La avería puede traducirse en una pérdida de 20 segundos.


Con el paso de los kilómetros Nibali consiguió serenarse, en buena parte gracias a las referencias que le iban transmitiendo. Estaba eliminando al rival que más le inquietaba (Purito) y acercándose cada vez más a su objetivo, recuperar el maillot rojo. Pero en el horizonte comenzaba a divisarse otra amenaza. Un nuevo enemigo: Ezequiel Mosquera. El del Xacobeo Galicia realizó la crono de su vida y al final sólo perdió 18 segundos con el nuevo líder de la carrera. Moviendo un gran desarrollo y a toda velocidad por esas largas rectas, Ezequiel estaba totalmente irreconocible. Una sorpresa mayúscula.


La otra campanada de la jornada, la protagonizó Peter Velits. El eslovaco, beneficiado por el viento de cara de los últimos kilómetros, se hizo con la etapa batiendo a dos consumados especialistas como Fabian Cancellara y Denis Menchov. La victoria supone todo un salto de calidad para Velits, que ahora se sitúa tercero en la clasificación general. De no ser por su mal día en Cotobello, a lo mejor ahora estaríamos hablando de otra cosa. La auténtica revelación de la carrera.


La Vuelta se decidirá el sábado en la sierra madrileña. Allí Nibali deberá defender su renta (38 segundos) ante un español. No será Purito, como se preveía, sino Mosquera. A sus 34 años y en su cuarta participación, este gallego se encuentra ante su gran oportunidad y sin nada que perder. Les esperan Navacerrada, Los Leones y otra subida a Navacerrada rematada con el final en la Bola del Mundo. El desenlace soñado por la organización desde que diseñó el recorrido.

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