viernes, 17 de septiembre de 2010

Momentos épicos: el milagro de Perico


Nos trasladamos al 11 de mayo de 1985. Descenso del Puerto de Navacerrada por la vertiente madrileña. Las condiciones no son las mejores para bajar a tumba abierta. Frío, lluvia, granizo, a ratos nieve y para colmo, la niebla. Hay un ciclista que arriesga más de la cuenta, conoce la bajada como la palma de su mano y se juega la vida en cada curva. Su nombre es Pedro Delgado, Perico. El segoviano siempre es recordado por su victoria en el Tour de Francia de 1988, sin lugar a dudas la más importante. Pero antes de ganar la ronda gala, protagonizó una gesta totalmente inesperada.


Se disputaba la 18ª etapa de la Vuelta a España entre Alcalá de Henares (Madrid) y Destilerías DYC (Segovia). Delgado corría en el MG-Orbea y marchaba en el 6º puesto de la clasificación general a 6´13´´ del líder, el escocés Robert Millar. Perico había comenzado la carrera con buen pie venciendo en la etapa de los Lagos de Covadonga, donde se hizo con el maillot amarillo. Sin embargo, al día siguiente perdió el liderato y desde ese momento sus esfuerzos se centraron en reducir las diferencias, sin demasiado éxito.


El líder sólo tenía que vigilar a sus dos inmediatos perseguidores: el colombiano Pacho Rodríguez y el español Pello Ruiz Cabestany (compañero de Perico). Subiendo Navacerrada, la carrera comenzó a moverse. Por delante marchaba escapado Pepe Recio, del Kelme. A pocos kilómetros de coronar el puerto, atacaba Pedro Delgado. Con decisión. Su intención es buscar la victoria de etapa en su tierra y de paso, hacer trabajar al equipo del líder, el Peugeot. Hay nieve en la cima y el frío se hace insoportable. Todos intentaban abrigarse lo máximo posible.


En el descenso, Pedro parece tenerlo claro: hay que jugarse el tipo. Apenas toca el freno antes de entrar en las curvas, las cuales toma a la perfección y sale de ellas con rabia. A esa velocidad de kamikaze no tarda en alcanzar a Recio. Entre Pepe y Perico conversan, en un primer momento no hay acuerdo, pero al final los dos deciden trabajar juntos y así intentar llegar a Segovia escapados. Por detrás, tranquilidad absoluta. A nadie le inquietan los dos fugados.


Pedro Delgado y José Recio suben a ritmo el siguiente puerto, el Alto de Los Leones. El segoviano es mejor escalador y en ocasiones tiene que levantar el pie para no descolgar a su compañero de viaje. Necesita su ayuda para que la escapada tenga éxito. En la cima, los dos ya tienen una ventaja de dos minutos y medio. Cabestany, que marchaba en el grupo del líder no daba crédito a lo que estaba sucediendo. El escocés ya se veía vencedor y daba a la mano a sus rivales, Peio y Pacho.”Habéis sido dos dignos contrincantes”.


En el llano que conduce a Segovia, los dos escapados se relevan a la perfección. La diferencia ya sobrepasa los cuatro minutos y a diez kilómetros de la llegada sube hasta cinco y medio. La Vuelta está adquiriendo un interés totalmente insospechado. Perico puede ganar La Vuelta. El director del Peugeot, Roland Berland, permanece impasible. Nadie lo entiende. La alarma debería haber saltado hace bastante rato.


Recio y Delgado se vacían, son dos autómatas pedaleando sin cesar. Desde el coche del Kelme y del MG-Orbea comunican las diferencias. Hay que morirse sobre la bicicleta La situación ha cambiado. El primero se llevará la etapa, el segundo está a punto de dar un vuelco histórico. Cuando reaccionan los del Peugeot ya es demasiado tarde. Relajación o despiste. A Millar apenas le quedan compañeros de equipo y su director busca alianzas a la desesperada. El error es imperdonable.


La meta de Palazuelos de Eresma estaba abarrotada de segovianos que vibraban con su paisano. Recio gana la etapa, tal y como había acordado con Delgado. El reloj en marcha. Tienen que pasar esos 6´13´´ para que Perico sea nuevo líder. El corazón en un puño. Pasan dos minutos. La tensión se hace insoportable. Cuatro minutos y Delgado es todo un manojo de nervios. Seis minutos y ni rastro de Millar. Pedro Delgado ha ganado la Vuelta a España. Se desata la locura. Los gritos que pegaban desde las Destilerías DYC se escucharon en Segovia, cinco kilómetros más allá. Como publicaron algunos periódicos al día siguiente: “el güisqui español fue mejor que el escocés”.


2 comentarios:

  1. Como buen segoviano, sólo puedo decir que es una pena haber nacido en el 86, MOMENTAZO histórico de uno de los grandes animadores del ciclismo.

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  2. Yo nací en el 84 por lo que no había cumplido ni un año, lógicamente no lo recuerdo. Pero ahí están los vídeos para dar testimonio. Qué grande es Perico!

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