Hay fechas que cambian para siempre la vida de una persona. Acontecimientos que modifican el transcurso de las cosas. Días que marcan un antes y un después. A Óscar Freire Gómez (Torrelavega, Cantabria, 15 de febrero de 1976), ese día le llegó el domingo 10 de octubre de 1999.
Se disputa en Verona (Italia), la prueba de fondo del Campeonato del Mundo de ciclismo. Último kilómetro y un grupo de diez corredores van a jugarse la victoria. En la escapada marchan corredores de la talla de Jan Ullrich, Frank Vandenbroucke, Oscar Camenzind o Dimitri Konishev. El grupo toma la última curva en fila india. Al fondo, tras una larga recta, sólo se ve la línea de meta. A la salida de la curva, uno de los corredores salta del grupo por el lateral derecho de la carretera. En el grupo, los nueve ciclistas restantes dudan, se miran unos a otros, nadie arranca. Cuando quieren darse cuenta, ya hay nuevo campeón del mundo. Es español, tiene 23 años y se llama Óscar Freire.
Hasta ese día, Freire no era más que un ciclista cualquiera. Pertenecía al equipo Vitalicio Seguros y era su segundo año como profesional. El año 1999 no había sido bueno para Óscar, apenas había competido por las lesiones (algo que le ha acompañado a lo largo de su carrera) y muchos veían con escepticismo su presencia en la lista del seleccionador Paco Antequera, para el Mundial de Verona.
Desde ese momento, vestido de Arco Iris, la vida cambió para el de Torrelavega. Fichó por Mapei y su palmarés siguió creciendo. Bronce en el Mundial de Plouay (2000), victorias de etapa en la Vuelta a España, en el Tour de Francia, y sobre todo, su segundo título mundial (Lisboa, 2001).
En 2003, llega a un nuevo equipo, Rabobank. Llegan más etapas en el Tour y la Vuelta. En 2004, consigue su primera Clásica Milán-San Remo. En Verona, de nuevo, entra en la historia, al conseguir su tercer mundial (2004), siendo el ciclista más laureado de la historia de los Mundiales, junto a Alfredo Binda, Eddy Merckx y Rik Van Steenbergen. Gana su segunda Milán-San Remo (2007) y se convierte en el primer y único español, hasta la fecha, que gana el maillot verde de la regularidad, en el Tour de Francia (2008).
Por diversos motivos, en España, la “cultura” ciclista se limita a las tres grandes vueltas (Tour de Francia, Vuelta a España y Giro de Italia), esto se debe, en parte, a los triunfos de Pedro Delgado y Miguel Indurain. Si Óscar Freire hubiera nacido en Bélgica, Holanda o Italia, por poner varios ejemplos, sería considerado un héroe, uno de los mejores deportistas de la historia, con semejante palmarés. Pero por desgracia, no es así.
El pasado domingo, Óscar Freire, volvió a hacer de las suyas. Venció por tercera vez en la Milán-San Remo. Otra vez haciendo historia, igualando al gran Miguel Poblet, como el corredor español con más triunfos en la “Classiccisma”.
A sus 34 años, afronta su 13ª temporada, siempre con el mismo objetivo en el horizonte: el Mundial. Una victoria le colocaría, de nuevo, en el Olimpo de los Dioses, pero esta vez, lo haría un escalón por encima. Ya es historia, puede ser leyenda. Grande Óscar.
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